miércoles, 27 de mayo de 2009

El enamoramiento y la vida en pareja

Me gusta mucho leer a Eloy Renobales. Eloy tiene una sección de Alma Corazón y Vida dentro del periódico económico Cotizalia.

En su último post lanza una reflexión muy interesante acerca de los matrimonios impuestos frente a los elegidos libremente. Por su puesto que no defiende a los matrimonios impuestos pero si que alaba la intención de “compartir un camino con la voluntad de irse conociendo y progresivamente amándose” del uno frente a la paradoja del gran número de parejas rotas cuando “la pareja se elige con más libertad que nunca”.
Adjunto aquí el link.

Por otro lado me parecieron muy interesantes estos dos párrafos de abajo ya que encuadran varias ideas que me recuerdan al post que escribimos aquí acerca del libro del arte de amar de Erich Fromm.
Qué manía se tiene de confundir el amor con otras cosas...


“En nuestra cultura, ¿nos elegimos libremente? En la mayoría de los casos, la relación de pareja se formaliza tras un periodo de enamoramiento donde la hormona sustituye a la neurona. En estos momentos identificamos al otro con imágenes ideales sobre el ‘objeto amado’. Nos emparejamos así, más que con una persona con una idea, quizás con un ideal. En este plano las cosas pueden ser incluso perfectas. En el de los seres humanos no. Aquí empieza la obra que, cada vez más, acaba en drama. Decimos “te quiero” con una voluntad de pedir al otro, de poseerlo. Inconscientemente dos se funden en uno, en un nosotros que parece indestructible. Y en esa enajenación mental tan maravillosa pero transitoria, vemos al otro como el puerto seguro en el que refugiar nuestro barco, un lugar donde todos nuestros sueños serán cumplidos, todas nuestras necesidades cubiertas, todas nuestras demandas respondidas.

Ese lugar se asemeja al que busca un niño entre los calurosos brazos de su madre o los fuertes y seguros abrazos del padre. Ese ‘nosotros somos uno’ nos transporta a la unidad prenatal donde todo nos era concedido sin mayor esfuerzo. Es muy revelador que uno de los significados de la palabra querencia sea el de ‘inclinación a volver al lugar donde uno ha sido criado’. Buscamos en el otro a alguien que nos transporte a ese lugar donde nuestras necesidades eran satisfechas. Nos encontramos muchas veces en relaciones que responden más a un modelo niño-adulto (padre-hija o madre-hijo) o niño-niño que al de personas maduras e iguales. Deseamos al otro como hacemos con un producto de consumo pero de una manera más instintiva. Cuando vamos satisfaciendo el deseo, consumiendo al otro, aparece la realidad: el otro como ser humano imperfecto. Desaparece ese dios que nos colma de todo y para siempre. Empezamos a ver lo que la marea del enamoramiento va dejando tras alcanzar la pleamar. Una persona con otras necesidades, otras demandas, otros sueños e ilusiones, sus alegrías y sus tristezas.”