miércoles, 16 de julio de 2008

Hay cosas en la vida que son mucho más reales que los ojos que las miran

“Cuando el cuerpo funciona espontáneamente, se le llama instinto. Cuando el alma funciona espontáneamente, se le llama intuición. Son dos cosas semejantes y a la vez alejadas entre sí. El instinto pertenece al cuerpo, lo burdo; la intuición pertenece al alma, lo sutil. Entre las dos cosas se encuentra la mente, la experta, que nunca funciona espontáneamente. La mente significa conocimiento. El conocimiento nunca puede ser espontáneo. El instinto es más profundo que el intelecto y la intuición está por encima del intelecto. Ambos trascienden el intelecto y ambos son buenos”.
Osho. “Intuición. El conocimiento que trasciende a la lógica”

Normalmente solemos saber cómo acabarán las cosas. Todo es visible desde un momento muy temprano en nuestras relaciones, basta con atreverse a mirarlo. Un solo instante puede engendrar el germen de los próximos años. Las señales rara vez engañan si sabemos distinguir sus significados, si estamos dispuestos a ello. Vemos gestos inconfundibles. Escuchamos un tono de voz que dice mucho. Notamos la impaciencia. Percibimos intenciones ocultas. Adivinamos el cansancio que provocamos. El afán de agradar del otro. La ilusión que uno crea. La determinación de alguien de permanecer a nuestro lado. La lealtad irracional. Notamos cuando hay entusiasmo. Sabemos quien no es trigo limpio y quien un alma cándida. Vemos quien abandonará a quien cuando nos presentan a una pareja. También percibimos en qué momento dejamos de querer como antes o dejan de querernos. Sabemos qué debimos decir y no dijimos, o qué callar y no callamos. Cuándo decepcionamos. Y también sabemos quién va a amarnos, a nuestro pesar a veces… contra nuestra voluntad a veces…

¿Por qué no confiamos en nuestras intuiciones entonces?. Parece que no queremos “ver” lo que tenemos delante. Intentamos que las cosas sean distintas a como son en realidad. Nos empeñamos insensatamente en que nos guste quien nos gusta poco desde un principio, y en fiarnos en quien nos inspira desconfianza. Es como si a menudo fuésemos en contra de nuestras intuiciones, e incluso de nosotros mismos... Quizá actuemos así porque vivimos en una sociedad en la que las cosas no acaban de existir hasta que se las nombra, o al menos eso es lo que todo el mundo piensa... Deberíamos confiar más en todos nuestros sentidos, y potenciarlos, abrirlos, desarrollarlos... Aunque bien es cierto que los ojos no lo son todo para ver al igual que los oídos no lo son todo para oír…

Y es que hay cosas en la vida que son mucho más reales que los ojos que las miran…

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